Una bella dama, doncella y princesa de su reino, que de paso andaba por el mar y deambulaba por los pasajes del reino...
Era una mujer de finas facciones, alba tez como la más fina y hermosa porcelana y de una sonrisa que podía imbuir de vida el más marchito corazón.
Haaaa como se regocijaba el caballero al verla, conformado solo con su figura jugando al viento cada vez que pasaba y le saludaba, pero esa alegría pronto se tornaba en tristeza, ya que sabía que ése saludo era efímero, y como el aire, era etéreo ya que el caballero sabía que la princesa lo quería, pero no como al príncipe que rondaba sus pensamientos...
Haaay pobre caballero, su única compañía eran las cicatrices, los recuerdos y la experiencia ganada en años de combate... y sufría...
Pero el caballero resistió... estoico y orgulloso, porque en lo más profundo de su ser, en ese camino pequeño y escondido, que une el corazón y la razón en algo llamado conciencia, gritaba una voz tenue, rogándole que no se rindiera, que peleara una última vez, la más grande batalla, por el premio más grande, por ella... su princesa, su tesoro, su paz.
-"Llegará el día, ese glorioso día en que me pueda quitar éste casco, y ella me vea, me vea de verdad, y me permita cuidar de ella, amarla y respetarla como es mi código hacerlo... llegará ése día... llegará"-
Es una historia antigua... una historia es eterna... y por que aún hoy se repite y repite... un saludo a mis caballeros, valientes guerreros, no dejen de pelear por su premio... cual quiera que éste sea, al final.. todo valdrá la pena.
Batu.
Para aquellos que veo, para aquellos que sufren, para esos, esas y en fin... todos nosotros.
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